Por Irene Stur

El panorama energético para este 2023 parece encaminarse a un escenario mucho más tranquilo que el año que terminó, tanto en lo que hace a los parámetros internos como externos.

A nivel internacional los valores de los combustibles volvieron a niveles previos al conflicto entre Rusia y Ucrania, y aunque el crudo no volverá a los precios récord de mediados de 2022, todo indica que se mantendrá en torno a los USD 80, dólares más, dólares menos, que termina siendo atractivo para el inversor.

Argentina en el frente externo, aunque busca llegar al perfil contrario, hoy por hoy sigue siendo importadora de energía, tanto de gas en el invierno como de gasoil en tiempos de siembra y cosecha.
El 2022, los altos valores de ambos insumos hicieron un drenaje de divisas muy por encima de lo estimado en el Presupuesto, acentuando el faltante de dólares en el Banco Central.

Cambio de rumbo

Pero en la actualidad, la perspectiva para, al menos esta primera parte del año, es otra y traería alivio a las arcas nacionales. Entre la baja de precios internacionales y el impacto de la nueva ronda del Plan Gas.Ar, más la apuesta a terminar, antes que termine el invierno, el gasoducto Néstor Kirchner, podría significar un fuerte ahorro de divisas para el Gobierno de Alberto Fernández, más allá, incluso, de lo esperado.

El Gobierno podrá manejar una suba acotada de tarifas con mayor comodidad

Al anunciar la extensión de la Ronda 4 y la nueva Ronda 5, el ministro de Economía, Sergio Massa, anticipó que se esperaba un ahorro en subsidios (hasta el 2028) por USD 19.500 millones y de unos USD 27.000 (hasta 2028) en sustitución de importaciones de GNL. Esto da un promedio de unos USD 5.400 millones al año.

Sin embargo, por la caída de precios y un aumento en la producción interna, se espera que este año las importaciones bajen de los casi USD 13.000 millones en 2022 a USD 7.400 millones. Esto implica un ahorro de USD 5.600 millones. Cifra que significativamente inferior a lo presupuestado para este año y quita una gran presión sobre las reservas.
El año pasado el balance energético cerró con un rojo aproximado de USD 5.400 millones. Pero con el nuevo escenario, en 2023 el déficit no superaría los USD 2.400 millones. Para llegar a esta cifra, la consultora Ecolatina, (que hizo el cálculo) combinó los precios internacionales de la energía, el horizonte exportador de petróleo y gas en aumento y una menor importación de GNL en invierno.

Pero no todo es certero. La baja de la importación en GNL dependerá de dos factores: terminar en tiempo y forma el gasoducto Néstor Kirchner, que el Gobierno afirmó que se cumplirá y la crudeza del invierno.
Otra variable también podría ser determinante en afianzar los ahorros o morigerarlos. El comportamiento de las energías renovables. Si los niveles de generación eléctrica a partir de las represas hídricas logra mantenerse, aún en este tiempo de fuerte sequía, el escenario es mucho más calmo. De igual forma, el crecimiento del aporte de los parques eólicos, aunque aún no tiene un peso importante en la ecuación nacional, también servirán para minimizar importación.

Más allá de lograr el abastecimiento interno, en un futuro mediato, a través del Plan Gas.Ar, el Gobierno espera transformar al país en netamente exportador. Y en particular existe un ambicioso proyecto, de la mano de la petrolera nacional, para instalar una gran planta de GNL, con el fin de abastecer al mundo de gas licuado.
Para ello, se espera que se incluya en las sesiones extraordinarias de este verano, un proyecto que propenda a dar estabilidad jurídica y tributaria, por 30 años, a las inversiones que permitan desarrollar la cadena de GNL.

Tarifas y ahorro

Aunque aún es temprano para cantar victoria, el Gobierno tomó nota de este escenario favorable. Eso explica los recientes anuncios de la secretaria de Energía, Flavia Royón, quien anticipó que la corrección tarifaria en los servicios energéticos, al menos del gas, será mucho menor al del año que terminó.

El 2023 es un año electoral y eso tampoco pasa inadvertido. Pero el perfilamiento positivo de las variables energéticas a nivel internacional, permite al Gobierno avanzar en una suba de las tarifas internas por debajo de lo estimado.
El precio final que se paga en la boleta de gas está conformado por cuatro componentes: el precio del gas en boca de pozo, el transporte, la distribución y la carga impositiva nacional, provincial y municipal. Royón anticipó que el primero no subirá para los usuarios residenciales de bajos ingresos. Y para el resto, la suba será acotada al 28,3%.

La funcionaria recalcó que esta decisión, en el marco de la segmentación, favorecerá a unos 3,5 millones de usuarios que están en el Nivel 2 (bajos ingresos) que “no van a tener aumentos en el componente del valor del gas este año”.
Royón aclaró, al ratificar que no habrá aumento “en el valor del gas natural para los usuarios inscriptos en el Nivel 2” que “cuyo único incremento anual se concentrará en los componentes del transporte y la distribución”. Mientras que los usuarios comprendidos en los Niveles 1 y 3 de la segmentación tarifaria vigente “recibirán un aumento que contempla incrementos en el valor del fluido, el transporte y la distribución”.

Y si bien aún se desconoce a cuánto ascenderá el incremento final en la boleta, la “no suba” del precio del m3, implicará un beneficio importante para el bolsillo del usuario. Ya que la distribución, por caso, es sólo el 12% de la integración final de la tarifa.
Caber recordar que Camuzzi Gas del Sur solicitó en la última audiencia pública, un incremento del 273% en el costo que factura por la distribución del servicio. En su defensa, afirmaba que para un usuario promedio, tanto de Nivel 1 y 3 como el caso de los de menores ingresos, la suba solicitada tendría un peso de menos de $1.000 mensuales. Ese planteo es el de máxima y ya se sabe que el Gobierno no lo aprobará, por lo que la incidencia, se espera, será mucho menor a esa estimación.

Pero de la mano de esa “suba acotada”, también se espera el anuncio de un programa de “premios” al ahorro energético. Como fuera en su momento el plan PURE en la gestión kirchnerista, se trabaja en un esquema similar que “premie” el esfuerzo del usuario por consumir menos gas o luz y no hay certezas de lo que pasará para quienes, por el contrario, demanden más que hace un año atrás.

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