Por Jorge Cicuttin

Este 2023 no va a ser un año electoral más. Por lo pronto no arrancó de una manera habitual. Dos circunstancias que se arrastran desde fines del año pasado amenazan con marcar una campaña durísima hasta en términos institucionales. Los tres poderes de la democracia se ven afectados de manera tanto indirecta como directamente y las consecuencias de esta confrontación pronostica duras consecuencias en un país donde los límites siempre se corren.

El Gobierno encaró una pelea contra la Corte Suprema que sube de tono a cada paso. La máxima representación del Poder Ejecutivo contra la máxima representación del Poder Judicial, que tendrá como arena de combate al Poder Legislativo. Desde el comienzo de nuestra nueva democracia que no se registra un enfrentamiento igual.

Tras una seguidilla de fallos que apuntan directamente al corazón del Gobierno y del conocimiento público –por vías polémicas-, de reuniones y mensajes escandalosos de altos miembros del Poder Judicial, el presidente Alberto Fernández reunió a gobernadores, intendentes y dirigentes de peso del peronismo en un pedido de juicio político a la Corte Suprema, apuntando especialmente a su titular Horacio Rosatti.

Esta jugada genera también cruces internos en el Frente de Todos. Para algunos el freno a las jugadas políticas de algunos jueces debió frenarse antes, pero para otros dentro de la alianza gobernante no es momento para tener como enemiga a la Corte.

Ni que hablar en la oposición, que rápidamente se puso del lado de los cortesanos y denunció judicialmente al Presidente, ministros y legisladores.

¿Qué ocurrirá en el Congreso con el pedido de juicio político? Para llevarlo adelante, el Frente de Todos necesitaría que fuera aprobado por los dos tercios de la Cámara. La defensa en bloque que realiza la oposición más algunos peronistas –como los cordobeses-, harían imposible el juicio político, por más que pase el debate en Comisión.

De cara a la sociedad, esta pelea no es solo con la Corte. Está planteando una necesidad imperiosa de cambios en el Poder Judicial. Y no se habla solamente de magistrados federales que fallan de acuerdo al color del gobierno de turno o al poder mediático, sino de un sistema que afecta en la diaria a todos los ciudadanos con las causas más pequeñas. Que el Poder Judicial debe cambiar es algo que pocos niegan, pero en un año electoral este debate es muy difícil que prospere.

Los escándalos judiciales también desplegaron luchas, intrigas y sospechas en la oposición. Especialmente en el PRO. La sucesión de escuchas telefónicas y mensajes descubiertos entre Marcelo D’Alessandro, funcionario clave en la administración porteña, y empresarios e integrantes del Poder Judicial, que se sumó al escandaloso viaje a Lago Escondido, llevaron a que el ministro de Justicia y Seguridad porteño pidiera una licencia y sembrara dudas sobre si volverá a su cargo.

Y si bien Horacio Rodríguez Larreta culpó al kirchnerismo por este hackeo del celular de D´Alessandro, su peor sospecha es que esta operación llega “desde adentro”. Es fuego amigo.

Los legisladores opositores intentaron adjudicarle el hackeo a una mesa militar de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Para eso volvieron a elegir como blanco de sus denuncias al ex jefe del Ejército, César Milani, quien habría armado un fabuloso aparato de inteligencia ilegal. Lo denuncian por estar detrás de los hackeos y las filtraciones.

También D’Alessandro presentó una denuncia como víctima del hackeo. Y apuntó al oficialismo.

El argumento por el cual la oposición desecha las acusaciones de arreglos con empresarios amigos, negocios turbios y acuerdos con jueces, es que las pruebas fueron obtenidas en forma ilegal porque provienen del hackeo al celular de D’Alessandro. Claro que escuchas telefónicas ilegales fueron utilizadas en otros momentos en causas contra el kirchnerismo. Pero eso es otra cosa.

Dentro del “larretismo”, aunque no se hacen públicas, las sospechas por las filtraciones apuntan también a Patricia Bullrich y a Gerardo Milman. Ambos con pasado y contactos actuales con los servicios de inteligencia.

Milman, que era la mano derecha de Patricia Bullrich, cayó en desgracia por sus polémicas colaboradoras, situaciones irregulares con ñoquis y manejos oscuros de dinero. Los halcones del Pro le soltaron la mano, y Milman acusó a D’Alessandro por sus desgracias. Para algunos, el hackeo del teléfono de D’Alessandro aparece como parte de esa guerra.

Mientras tanto, Rodríguez Larreta se reunió en Mar del Plata con el gobernador Gerardo Morales y el senador Martín Lousteau, con “el objetivo de profundizar en las ideas y los planes de gobierno de la coalición para la gestión 2023-2027″. Estos se consolidan como un espacio como en la coalición opositora, frente a Mauricio Macri y Patricia Bullrich.

La propuesta electoral de fórmulas cruzadas con el radicalismo es algo que Larreta tiene en mente para triunfar en la inter opositora de cara a las presidenciales.

Y entre tantas pálidas, recurren al humor y se muestran como los Beatles cruzando Abbey Road en Londres, pero en Mar del Plata. Un gesto de distensión en medio de la guerra.

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