Desde que la vicepresidenta recibió un gatillo en la sien izquierda y la democracia corrió peligro en nuestro país, la centralidad de los hechos tuvo que, inevitablemente dar cuenta de que el ataque fue consecuencia del discurso de odio que gira en torno al peronismo.

Luego de la fenomenal movilización a lo largo y ancho del país, en un feriado al que solamente dos provincias no adhirieron, la oposición repudió el intento de magnicidio, aunque con demasiados peros en el Congreso de la Nación.

Sin embargo, no alcanza con condenar el intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirchner, si acaso Juncal y Uruguay 01/09/22 no representaba un verdadero punto de inflexión para una narrativa envalentonada que lleva adelante Juntos por el Cambio y que no tiene, pese a que así se intente mostrar, una contracara en el oficialismo vinculada a la persecución de sus dirigentes.

En declaraciones que hizo a LOA Radio el exsenador Alfredo Freddy Martínez, un radical de peso en Santa Cruz, pidió sin medias tintas “aislar a los violentos de su espacio, admitiendo que hay discursos que fogonean la violencia, y rechazando cualquier posibilidad de que el impulso de Fernando André Sabag Montiel fuese obra de la generación espontánea.

El odio está enraizado en una parte de la sociedad tiene voceros, y en Santa Cruz, hay quienes todavía eligen sostener el velo sobre el país en el que hubiésemos amanecido el viernes si la vicepresidenta se moría de un disparo. Elijen, en cambio, decir que fue armado.

A través de redes sociales podemos encontrar a ciudadanos de a pie propagando fake news sobre los supuestos vínculos del atacante con el Frente de Todos, incluso publicados en medios de comunicación de esta provincia, o a voceros de Cambiemos asegurando que se trató de un invento.

Uno de ellos fue el ultraderechista Diego Bavio, responsable de UNIR Santa Cruz, que integra la alianza neoliberal en el distrito, quien salió a decir que “no hubo un intento de asesinato” porque “los custodios claramente estaban avisados de que algo iba pasar y que no debían hacer nada”.

Pero Bavio no sólo dice lo que dice porque es antikirchnerista, sino que hay un entramado ideológico en el centro de la alianza neoliberal que reivindica el negacionismo como pensamiento político.

Bavio (izq.), junto a Pedro Muñoz, Leonardo Roquel, Mario Piero Boffi, Daniela D’Amico, Roxana Reyes, Eduardo Costa, Gabriel Oliva, Daniel Roquel, Gabriela Mestelán y Daniel Gardonio.

Bavio, que se muestra a favor de las posiciones de la exministra de Seguridad del cuaternio macrista, Patricia Bullrich, responsable política de las muertes de Rafael Nahuel y Santiago Maldonado, sólo por dar dos nombres inscritos en discursos de odio hacia la comunidad mapuche, fue un opositor a las medidas de aislamiento cuando el coronavirus dejaba un tendal de muertes diarias.

Hay una línea que une al discurso de odio con el negacionismo, el mismo que dice que no fueron 30 mil. Un pensamiento que una porción marginal de argentinos y argentinas tiene y que construye la narrativa de la “grieta”, que no nació kirchnerista, sino que va mucho más atrás en la historia.

“Lo que sí tengo claro, en base al acceso que hay a la información pública (la causa está en secreto de sumario), es que no hubo intento de asesinato”, insistió Bavio que maquilla su posicionamiento ideológico con la chapa de licenciado en Seguridad en el Instituto Universitario de la Policía Federal. La verdadera falacia del experto.

Bavio cree en que la gente bien debe portar armas, que el derecho al aborto no debe existir ni mucho menos ser gratuito, entre otras posiciones siempre sustentadas en una supuesta defensa nacional. Y esas ideas conviven en la coalición local que integran la UCR, Encuentro Ciudadano, el Socialismo Santacruceño, PRO y CC ARI, que nada dijeron todavía sobre su negación del intento de magnicidio.

Es interesante citar los dichos de Martínez de esta semana, sobre todo por lo que su figura y pensamiento representan para la oposición en Santa Cruz.

Veía con mucha preocupación cómo se iba dando una escalada en cuanto a los discursos de odio porque tenemos personajes nefastos como Patricia Bullrich, voy a poner nombre y apellido, sin vueltas, pidiendo corchazo y diciéndole al jefe de Gobierno (Rodríguez Larreta) que estuvo flojito y ese tipo de cosas yo creo que la sociedad tiene que comenzar a aislarlo. Hay que aislar a los violentos”, pidió el también exintendente de Río Gallegos.

Bullrich, el exministro de Economía Ricardo López Murphy que advirtió a sus seguidores que eran “ellos o nosotros” horas antes del ataque o el diputado del PRO, Francisco Sánchez que luego del alegato del fiscal Diego Luciani había pedido “pena de muerte” para quienes cometen delitos de corrupción, fueron actores necesarios de una incitación brutal que casi termina con una vicepresidenta asesinada en la puerta de su casa y a nosotros y nosotras en las fauces de una guerra civil.

“Tenemos la obligación todos, y mucho más los que tienen cargos de responsabilidad, de empezar a calmar el discurso y discutir en serio, con fuerza, con vehemencia las cosas que la gente creo está pidiendo que se discutan, en que llegar a fin de mes” dijo Freddy, marcando que “los discursos fascistas tienen adherentes cuando la gente deja de creer en la política”.

Lo cierto es que los discursos de odio operan a través de la posverdad que instalan las fake news en un andamiaje informativo fenomenal y los hechos del jueves marcan la necesidad de que nuestra legislación avance en la limitación de esa narrativa violenta, pero hasta entonces, un inicio es consensuar que esto sucede y que quienes entre sus filas conviven con quienes la propagan, hagan algo al respecto. De otro modo, los repudios por el casi asesinato de la líder indiscutida del peronismo hoy en el país, fueron para la tribuna.

Convivencia democrática, el Pueblo ya marcó que ahí no cede.

Leé más notas de Sara Delgado